Los gurús que vaticinan cómo será el futuro del mercado de trabajo están convencidos de que el 80 % de las actuales profesiones no existirán dentro de diez años. Es tal la revolución tecnológica que estamos sufriendo que muchas de las tareas que hoy realizamos serán desarrolladas por máquinas y otras dejarán de ser necesarias. Es más, algunas de ellas, como las cirugías o la conducción de vehículos, serán prohibidas a los humanos, por ser más inseguros e impredecibles.
Muchos de estos pronósticos aseguran que habrá menos trabajo para todos pero más especializado. Este aumento del paro nos obligará a cambiar la actual distribución del empleo y a compensar quizá con rentas básicas la pérdida de puestos de trabajo que generará el protagonismo de las máquinas: una renta para disfrutar mientras los robots hacen nuestro trabajo. Existe en estos momentos un vigoroso debate en muchas universidades y publicaciones de Estados Unidos sobre estos nuevos conceptos.
Los estudios de business administration también intentan anticipar cómo será el futuro de las empresas con la entrada definitiva de la tecnología, con un denominador común: las empresas que no sepan adaptarse a estos nuevos entornos, entre ellos el de la economía colaborativa, dejarán de ser competitivas. Los departamentos de gestión de personal empiezan a contemplar la necesidad de ofrecer entornos laborales mucho más flexibles y adaptados a las necesidades reales de cada persona (job crafting), que permitan que los trabajadores puedan teletrabajar y desarrollar reuniones en entornos virtuales desde cualquier lugar del mundo, creando incluso equipos de trabajo internacionales.
Pero esta gran revolución tecnológica que ya está en marcha no solo traerá paro. También traerá consigo profesiones y empleos hasta ahora desconocidos e inimaginables. El futurista Thomas Frey, director ejecutivo del DaVinci Institute, ha llegado a dar nombre a 162 nuevas profesiones que todavía no existen. La lectura del pronóstico de Frey es, además de sugerente, recomendable para saber por dónde irán los tiros del mercado laboral si se proyectan las actuales tendencias.
Estos nuevos empleos requerirán capacitaciones interdisciplinares y, por supuesto, absolutamente ensambladas con los avances tecnológicos.
Y no se trata de una informática áspera, aséptica, fría y carente de alma. No. Se trata de una tecnología que llegará a todas las expresiones del ser humano, incluidas las del arte, el diseño de interiores, el derecho, la literatura, la arquitectura, la música... La nanotecnología aplicada a la medicina, la impresión 3D de miembros vivos del cuerpo humano, el big data, el internet de las cosas, la realidad aumentada, etc. son solo la antesala de lo que está por llegar.
Entre estas nuevas profesiones se habla de consultores big data, expertos en learning analitics, programadores de aplicaciones móviles, ingenieros smart factory, redactores de contenidos digitales, planificadores de la actividad física, gestores cloud, ciberabogados, neuropsicólogos empresariales, nanomédicos y telecirujanos, expertos en diseño gráfico e impresión 3D, expertos en innovación digital empresarial, arquitectos e interioristas especializados en smart cities, expertos en usabilidad, especialistas en biometría, asesores en riesgos digitales y ciberseguridad, directores de marketing digital, etc.
Según un reciente estudio de Adecco, los perfiles que tendrán mayor relevancia los próximos años son los relacionados con la tecnología y el ámbito digital, con el trato con las personas y con el marketing y las ventas. No todo es tecnología pura: hay trabajos que no pueden hacer las máquinas y necesitarán el calor humano; el cambio está en que ni siquiera estas actividades se harán sin tecnología. De hecho, solo por citar un ejemplo, ya estamos viviendo la incursión de los aparatos en el ámbito la dependencia y de la terapia ocupacional. Adecco prevé que durante este año 2016 la demanda de perfiles vinculados a las tecnologías de la información y la comunicación experimentará un incremento del 39,9 % en España.
En la misma línea, la patronal tecnológica, la Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información, Telecomunicaciones y Contenidos Digitales (AMETIC), prevé un aumento de la demanda de programadores y desarrolladores, de especialistas en marketing y comunicación, de diseñadores gráficos y creativos digitales y de estrategas y gestores de negocios tecnológicos. Parece que tanto el diseño gráfico como la generación de contenidos tendrán un papel transversal en lo que está por llegar.
Sin embargo, una de las conclusiones más preocupantes de estos estudios es que no estamos preparados para lo que nos viene. Lo que sabemos hacer actualmente no es suficiente. En España, las empresas empiezan a buscar perfiles profesionales que no encuentran. Y las universidades no somos capaces de preparar candidatos para esos nuevos entornos. El sistema universitario español es tan rígido y burocratizado que bloquea cualquier intento de adaptación a unos escenarios que se mueven con extrema velocidad. Es imposible responder a esos desafíos con reformas o permisos que se eternizan durante meses o años en los cajones de los políticos de turno.
El sistema anglosajón, en cambio, tiene claro el nuevo escenario y ha puesto en marcha a su sistema educativo y a sus centros adscritos repartidos por el mundo. En el Reino Unido, por ejemplo, hay un ministro de Economía Digital, Ed Vaizey, que establece planes estratégicos quinquenales con el objetivo, según él, de hacer de su país una "nación tech", empezando por las propias estructuras del Estado: "Desde los coches sin conductor a los aviones no tripulados: se está haciendo realidad rápidamente el futuro imaginado por las películas de ciencia ficción, algo que parecía inverosímil hace solo unos pocos años. ¿Cómo nos aseguramos de que el Reino Unido está en la vanguardia de estos desarrollos?".
El reto de la adaptación a este entorno en permanente movimiento afecta a todas las actividades, pero especialmente a los centros docentes. Por ello, el mismo ministro Vaizey afirma: "Si el 90 % de los trabajos futuros requieren habilidades digitales, tenemos que asegurarnos de que ellas estén en el corazón de nuestro sistema educativo y de que los ciudadanos puedan mantenerlas actualizadas toda su vida".
Mónica Grima Suárez
25 de Enero
Profesora de BBA en EADE Málaga.