¿Te imaginas un mundo en el que las clases no se impartan en un aula física ni a través de una pantalla?
¿En el que los conocimientos se adquieran a través de implantes en nuestro cerebro?
¿En el que no existan campus universitarios físicos sino espacios fractales en continua evolución?
¿En el que se haga realidad la predicción de Deyra Unutmaz, uno de los diez “elegidos” de OpenAI:
“No mueras en diez años y vivirás para siempre”?
Las innovaciones tecnológicas se han incorporado con naturalidad en los planes de estudio. Pero ¿qué hay más allá? ¿Cómo se transformarán las universidades cuando la inteligencia artificial (IA) sea capaz de ofrecer mucho más que clases magistrales y seminarios web, corregir exámenes, elaborar ensayos o recomendar programas de aprendizaje? ¿Sobrevivirán?
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Si hoy estudiamos para ejercer una profesión, un trabajo o emprender una actividad, y damos por hecho que en el mundo futuro casi todas esas labores serán desarrolladas por máquinas, ¿desaparecerán las universidades?
Imaginemos cómo será, pero distanciémonos de esas imágenes de un futuro gris, metálico, sombrío, extraído de relatos como 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Aldous Huxley o de la estética oscura o “cyberpunk” de Blade Runner o Matrix, que presentan futuros autoritarios y sombríos, ciudades degradadas, regímenes totalitarios, tecnología fuera de control…
Un futuro con inteligencia artificial no tiene necesariamente por qué carecer de luminosidad. Todo va a depender de las decisiones que tomemos en esta nueva era que comienza. ¿Por qué no pensar que mientras los robots realizan buena parte de las tareas que hoy desarrollamos, los humanos podamos disfrutar, en eterna juventud
2, de una renta universal y dedicarnos a actividades mucho más divertidas e interesantes?
Demos rienda suelta a la creatividad y fantaseemos distintos escenarios posibles sobre cómo será la universidad en ese futuro inimaginable.
La “universidad neural”: aprender sin aulas ni pantallas
Con el desarrollo de interfaces cerebro-computadora y el perfeccionamiento de los implantes neurales, podríamos estar a las puertas de la “universidad neural”: implantes conectados a un sistema de IA avanzada
3 podrían “grabar” conocimientos y experiencias directamente en nuestros cerebros
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El aprendizaje no sería un proceso lineal de memorización, sino una fusión de la propia conciencia con repositorios de información permanentemente actualizados. Conocimientos que hoy tardamos semanas en asimilar podríamos integrarlos en nuestro árbol cognitivo en cuestión de minutos solo con descargar los datos relevantes e, incluso, posteriormente eliminarlos para evitar la sobrecarga cognitiva.
En esta universidad neural los profesores podrían convertirse en “arquitectos mentales” que diseñarían entornos capaces de integrar de forma orgánica conocimientos, habilidades, valores y criterios éticos. La labor de los docentes sería la de supervisar la experiencia formativa, combinando la descarga de información con la reflexión y el desarrollo del sentido crítico.
Quedarían por resolver en este enfoque algunos cuestionamientos profundos: ¿quién controla el flujo de información que se descargaría en nuestro cerebro? ¿Quién tiene el poder de seleccionar la información y quién se lo concede? ¿Cómo se garantiza la privacidad? ¿Hasta qué punto la velocidad y la cantidad de conocimiento socavan el proceso reflexivo y la creatividad?
Campus fractales: la universidad inmersiva
En este diseño de mundos inimaginables que venimos planteando, imaginemos ahora un futuro en el que los campus universitarios fueran espacios fractales virtuales en constante evolución, impulsados por inteligencias artificiales creativas y retroalimentadas en tiempo real por los propios estudiantes.
En estos entornos, las experiencias serían irrepetibles y totalmente personalizadas. Nada de aulas virtuales estáticas. Cada vez que un estudiante ingresara en el campus, la IA regeneraría por arte de magia un espacio único según su progreso individual y su estilo de aprendizaje. Si esta detecta, por ejemplo, que necesita desarrollar más empatía en la comunicación, lo sumergerá en un entorno que recreará situaciones emocionales complejas para que practique y desarrolle esas habilidades sociales de que carece.
En los campus fractales, la línea entre lo virtual y lo real se desdibujaría. Las instalaciones universitarias físicas podrían convivir con estos campus fractales y convertirse en una suerte de laboratorios de sensaciones, donde la robótica y la realidad aumentada se combinara permitiendo que los estudiantes se movieran con naturalidad entre planos digitales y planos tangibles.
La experiencia física de la presencialidad no tendría por qué perderse, pero podría enriquecerse, abriéndose al universo gracias a la holografía y la teletransportación. Las clases magistrales, las conferencias, las graduaciones y las ceremonias simbólicas actuales no desaparecerían necesariamente, pero podrían celebrarse en catedrales virtuales generadas por algoritmos artísticos, con asistentes holográficos de todo el mundo y expresiones culturales imposibles en la realidad física. La universidad, en este sentido, se transformaría en un evento cultural continuo más que en un lugar estático.
Comunidades de autoaprendizaje guiadas por IA
En un futuro postindustrial inimaginable (o incluso post-trabajo), donde el trabajo lo realizaran máquinas y ya no fuera necesario acreditar conocimientos para poder trabajar
5, las instituciones de educación superior podrían reconvertirse en comunidades de autoaprendizaje que desarrollaran procesos con el solo objetivo del “gusto por aprender”.
En estos entornos menos utilitaristas, sin las presiones del “tener que”, ni la presión del envejecimiento según el vaticinio de Ray Kurzweil
6, la IA podría actuar como mentora hiperpersonalizada
7. Cada persona llevaría consigo un sistema de inteligencia artificial adaptado a su perfil cognitivo, a sus intereses, a sus necesidades y a sus objetivos vitales. En lugar de un currículum o un plan de estudios estático, la IA crearía rutas de aprendizaje evolutivas y de crecimiento personal.
En un mundo sin barreras idiomáticas, las instalaciones físicas de las universidades podrían disolverse en nodos dispersos alrededor del mundo generando microespacios especializados: laboratorios para prototipar ideas, ágoras filosóficas, bibliotecas sensoriales para explorar las artes y las ciencias o incluso retiros en la naturaleza para fomentar la introspección.
Lejos de la soledad de la formación 100% virtual, la magia surgiría al unir a las personas que compartan una pasión o un proyecto específico. Los grupos se formarían dinámicamente a través de la inteligencia colectiva, que conectaría en ese mismo gusto por aprender gratuito a personas con miradas complementarias, y que sería capaz incluso de aplicar medidas correctoras para evitar la endogamia o la generación de burbujas sociales.
La universidad como ciclo vital
En este mundo inimaginable, la universidad ya no sería una etapa vital concreta posterior a la educación secundaria. El avance de la IA y la automatización del trabajo hará posible que la formación continua pase a ser un continuo a lo largo de toda la vida y que las personas vuelvan periódicamente a los campus universitarios (físicos o virtuales) para reinventarse y adaptarse a los sucesivos cambios.
Las universidades no entregarían títulos al final de una carrera, sino “pasaportes de habilidades” vivos, continuamente actualizados por sistemas de IA que validarían y auditarían las capacidades en tiempo real. Las universidades volverían a convertirse en un alma mater a las que uno se adhiere y retorna cuando necesita un nuevo estímulo intelectual, un cambio o una nueva inquietud. Más allá de un lugar o una experiencia temporal, la universidad sería una identidad colectiva que acompaña toda la vida.
Imaginemos incluso que algunas instituciones podrían evolucionar hasta abarcar grandes extensiones geográficas, con poblaciones residiendo de forma permanente dentro de ellas. Estas “ciudades-universitarias” tendrían sus propias economías basadas en la producción de conocimiento, patentes y tecnología de punta, negociarían acuerdos de colaboración científica, programas de intercambio intelectual, códigos deontológicos o incluso tratados de no proliferación de una IA militarizada.
¿Sueño o distopía?
Estos escenarios, a caballo entre la utopía y la distopía, reflejan la magnitud del cambio que la inteligencia artificial está ya generando en nuestras vidas y, por ende, en la educación superior. La pregunta es cómo redefiniremos el acto mismo de aprender y la propia identidad del ser humano como “ser pensante y social”.
La única certeza es que la transformación será profunda
8. Ya lo está siendo. Los actuales directivos universitarios podremos quedarnos a medio camino, incorporando parches tecnológicos al viejo modelo universitario hasta volverlo irreconocible, o podemos construir un nuevo ecosistema que vaya mucho más allá del concepto de “transmitir conocimiento”, anticipándonos a lo que está por llegar.
Ya hoy mismo los docentes estamos experimentando cómo ha cambiado nuestra forma de dar clases. Antes la interacción en el aula era mayoritariamente unidireccional: de profesor a alumno.
Con matices, pero unidireccional. Ahora, en el aula, los alumnos tienen en sus portátiles y en sus móviles mucha más información, más contrastada y más solvente de la que podamos imaginar en el cerebro del más egregio docente. Por eso los profesores, antes contenedores de conocimiento, estamos pasando a ser estimuladores del mismo, desafiando, retando, provocando a nuestros alumnos para que devoren y cuestionen tanta ciencia a nuestro alcance.
El porvenir de la universidad no será un mero asunto de plataformas tecnológicas, sino de cómo queremos organizarnos como sociedad, qué valores queremos perpetuar y cómo será nuestra relación con las máquinas inteligentes en la evolución de nuestro saber y de nuestra humanidad. Las decisiones que tomemos hoy —en la investigación, la ética y la política educativa— forjarán el destino de estas visiones que hoy se antojan, quizá, demasiado atrevidas, pero mañana podrían ser nuestra realidad cotidiana.
Gabriel Arrabal
Doctor en Comunicación y director de Estudios Universitarios de EADE (Málaga).
Notas:
1. Contenido.
Algunas ideas de este artículo han sido procesadas con la ayuda de cuatro herramientas de IA: ChatGPT, Copilot, Gemini y Deepseek.
Se ha usado este prompt inicial: “Quiero escribir un artículo periodístico, que sea original y al mismo tiempo riguroso, sobre cómo va a cambiar la universidad tal como lo conocemos actualmente por el avance de la inteligencia artificial. ¿Seguirán existiendo? ¿Serán necesarias? ¿Aparecerán otros espacios de aprendizaje? ¿En qué se convertirán?”.
Las respuestas iniciales fueron bastante estereotipadas y conservadoras, con abundantes alucinaciones. Esto obligó a forzar respuestas algo más innovadoras y arriesgadas mediante sucesivos prompts más elaborados. Pero, sobre todo, a consultar estudios publicados en la literatura académica y otras fuentes sobre el futuro de la educación superior y el impacto de la IA en la misma.
2. Imágenes.
Todas las imágenes han sido generadas con inteligencia artificial mediante DALL·E, una tecnología de OpenAI. Solicitadas y adaptadas a través de ChatGPT.
3. Otras fuentes consultadas:
- Kelly, K. (2016). The inevitable: Understanding the 12 Technological Forces that Will Shape Our Future. Penguin.
- “No mueras en 10 años y vivirás para siempre”, Jon Hernández entrevista a Derya Unutmaz, disponible en https://youtu.be/mFozAlFFXt8?si=uFdqbMC__knLjeRA
- Véase el proyecto Neuralink de Elon Musk.
- IEEE Transactions on Neural Systems & Rehabilitation Engineering).
- Harari, Y. N. (2017). Homo Deus: a brief history of tomorrow. First U.S. edition. New York, NY, Harper, an imprint of HarperCollins Publishers.
- Kurzweil, R. (2015). La Singularidad está cerca: Cuando los humanos transcendamos la biología. Lola Books.
- Institute for the Future (2022) Scenarios of University in 2035, disponible en https://www.iftf.org/
- Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (2023). Building the future of education, disponible en https://goo.su/CganqNU