El diseño gráfico es una actividad profesional que consiste en comunicar gráficamente conceptos e ideas a través de conjugaciones de imágenes y textos. En algunas ocasiones, sólo se realizan composiciones ilustrativas, en otras, únicamente se juega con formas tipográficas determinadas.
A la hora de estudiar diseño gráfico, muchos piensan en su parte creativa. Sin embargo, pocos ven el lado técnico que requiere. No me refiero solamente al aprendizaje de las herramientas digitales y analógicas con las que trabajamos, sino a uno de los aspectos más importantes de esta profesión: Cómo transmitir de manera adecuada.
Si descomponemos nuestra labor en diferentes modalidades, hallaremos múltiples categorías que se podrían ramificar, a su vez, en otras que advierten una lectura mucho más amplia que la se puede resumir en un post. Así que para ser breves, me he centrado en tres aspectos comunes y esenciales dentro de toda comunicación gráfica.
Me gustaría invitaros a pensar en esta pregunta:
¿Cómo percibe el ojo humano lo que nosotros hacemos?
1. El tiempo
El tiempo del que dispone el lector para visualizar un trabajo es un factor decisivo a la hora de diseñar un producto gráfico.
Además, nuestros proyectos pueden representar informaciones que corresponden a distintos instantes en el tiempo, ya pertenezcan a: un momento aislado, una situación atemporal o una circunstancia que se encuentre dentro de una secuencia.
Los logotipos, por ejemplo, son mostrados en distintas situaciones, materiales y entornos. Pretenden ser atemporales y el lector debe ser capaz de retenerlo en su mente en el menor tiempo posible.
Logotipo de Coca-Cola. Diseño de Frank Robinson basándose en la tipografía Spencerian Script. © Coca-Cola.
Por el contrario, hay asuntos que exigen ser escenificados en distintos pasos ordenados. En esa ocasión, estaríamos frente a una narración secuencial.
El tiempo definido por la acción.
Se trata de exhibir a un mismo sujeto u objeto en diversos instantes, porque nos disponemos a explicar su evolución, funcionamiento y/o comportamiento. Es el caso de los manuales de instrucciones.
Manual de la estantería Billy, de Ikea. ©Ikea.
El tiempo definido por el contenido.
A veces es el contenido el que nos hace pasar de un momento a otro. Su origen más cercano lo encontramos en el cómic tradicional, el cual intercala situaciones y vivencias en cada una de sus viñetas. Según el cambio de momento que establecemos entre una viñeta y otra, obtenemos también distintos saltos en el tiempo. De esta forma, podemos recrear una conversación que se prolongue en el mismo escenario durante todas las páginas de un Comic Book o, que de una viñeta a otra haya un salto de más de mil años.
Historieta gráfica de Chris Ware para The New Yorker. © Chris Ware.
2. La distribución del espacio
El espacio en el que se representa la información siempre queda limitado, bien por el tamaño del papel donde se imprime o la pantalla donde es visualizada. Como consecuencia, la utilización de éste debe de ser extremadamente cuidadosa y establecer, a su vez, una ruta visual adecuada que no altere la interpretación de sus contenidos.
A causa de nuestras costumbres culturales, se ha llegado a pensar que nuestra forma de leer (en forma de Z) es intuitiva. Pero, como plantea Moles, “¿qué hubiera ocurrido si la máquina de escribir se hubiera inventado en China en 1400?”[1].
Así, podemos distinguir entre la distribución del espacio que se efectúa para las narraciones no secuenciales, las narraciones secuenciales o las narraciones multilineales.
Las narraciones no secuenciales:
El lector busca el dato que le interesa pero no hay saltos en el tiempo, por lo que se puede distribuir la información de una manera más libre.
Flyer de Lovejoy. ©Lovejoy.
Las narraciones secuenciales:
El lector debe comprender la información siguiendo un orden, por lo que se debe cuidar como se distribuye la información en el espacio.
Infografía publicada en el libro Abrir aquí (1999). Autor desconocido.
Las narraciones multilineales:
Se establecen varias líneas de tiempo, todas pueden ser visualizadas a la misma vez y el lector debe ser capaz de entenderlo.
Infografía de Jorge Oliveira, Alexandre Versignasi y E.Marín Hueck
publicada en la revista Super Interessante . © Super Interessante.
La escala, las proporciones y el contraste:
El tamaño de los componentes gráficos y la relación con su entorno, es decir, la escala a la que quedan restringidos y sus proporciones con respecto del resto, influyen directamente en la lectura y percepción de la información.
Esta situación puede producir, a su vez, una jerarquización de los elementos, de mayor a menor importancia [2].
En este anuncio de Hut Weber, el orden absoluto de los elementos gráficos es fundamental para que su comprensión sea posible.
Anuncio de Hut Weber. © Hut Weber.
3. La connotación
La forma en la que presentamos la información lleva siempre una serie de connotaciones ligadas a nuestra experiencia visual y cultural.
Podemos transmitir el mismo mensaje y que éste sea percibido de manera totalmente distinta. Las formas tipográficas juegan aquí un papel esencial. Por ejemplo, si os entregaran un documento de un certificado oficial, ¿cuál de éstos dos creeríais que es verdadero?
Tipografía Big Caslon. © William Caslon.
Tipografía Belta. © Antipixel. Julia Martinez Diana.
Pero, ¿acaso alguno debería ser falso aún poniendo lo mismo? ;)
[1] Abraham Moles en: Janiszewski, L., Moles.A., (1990): Grafismo Funcional. Barcelona: CIAC (Centro Internacional de Investigación yAplicaciones de la Comunicación). P.12.
[2] “Principio de proximidad. Los elementos del campo perceptivo que están aislados, pero que son vecinos, tienden a ser considerados como «grupos» o formas globales”. Costa.J (1998): La esquemática. Visualizar la información. Barcelona: Paidós Ibérica. P.96.
Sara Escudero