¿El SImed o hablamos de las posibilidades de la vivienda contemporánea?
Estamos atravesando años difíciles de una durísima crisis económica. Años difíciles especialmente en nuestro sector, dejándolo muy debilitado y borrando un gran número de empresas que no han podido soportar esta complicada situación.
El pasado 9 de noviembre abría sus puertas, nuevamente tras algunos años de parón, el SIMed con una conferencia en su jornada inaugural del economista, experto en gestión empresarial, D. Fernando Trias de Bes en la que analizaba las claves del entorno actual. Un entorno que se ha transformado en tan solo seis años, marcado por el efecto de una globalización galopante, las nuevas tecnologías y el impacto de China en la economía internacional, con un poderío que ahora no es solo productivo sino también financiero, y que ha hecho que buena parte de la industria europea quede arrasada.
Estas difíciles coordenadas han provocado que las empresas en todos los sectores hayan transformado sus modelos de negocio con el ánimo de sobrevivir. Para ello D. Fernando Trías apuntaba como fórmula a seguir, partir de entender el ADN de la empresa, los valores intrínsecos, para producir una redefinición que en ocasiones hay que asumir que puede llegar a ser una transformación sustancial.
Otro factor que resulta clave, más si cabe para nuestro sector es el alargamiento de la esperanza media de vida, de modo que en no muchos años ya hay estudios que pueden asegurar que se situará en los 100 años. Este hecho así como la distribución por edades de esta población, debería provocar una reflexión conceptual hacía qué nuevos modelos de viviendas deberíamos tender o qué nuevos modelos residenciales deberíamos producir. Nuevos modelos que den respuesta a las necesidades de las nuevas estructuras demográficas. Solteros, familias jóvenes con hijos pequeños,
algunas cuyos padres trabajan en casa, autónomos, otras cuyos padres trabajan fuera todo el día, viviendas con personal interno de servicio, familias que se dividen, otras que crecen en las que deben convivir padres, hijos y abuelos, hijos que viven en el extranjero pero regresan estacionalmente... Todo un amplio abanico de situaciones.
Sin embargo, todo ello contrasta una vez que nos adentramos en el SIMed al descubrir que las promociones que se ofertan no se han hecho eco interpretando estas nuevas necesidades de la población actual y futura, y el tipo de conjuntos residenciales puestos a la venta plantean las mismas tipologías de viviendas que podíamos ver en los años anteriores a la crisis. Nos hace pensar que todos los sectores han aprovechado el periodo de crisis para adaptarse y redefinirse, mientras que en el caso de la promoción inmobiliaria no se ha producido este análisis y reflexión que dé paso a otro tipo de propuestas innovadoras.
Ante este panorama, como apunta D. Fernando Trias de Bes solo cabe competir por precio y por valor. En el ejercicio de clase, hemos decidido apostar por valor. Pero entendiendo el valor no sólo en la calidad de los materiales, sino en la calidad del espacio y en nuevos modelos innovadores de organización de ese espacio para la sociedad actual. Hemos decidido invertir el esfuerzo en profundizar en las necesidades del espacio para el Hábitat del futuro, que interprete los valores de la sociedad contemporánea.
Desde aquí, aprovecho también para lanzar algunas cuestiones a modo de reflexión sobre las que debatimos estos días en clase:
¿No parece un contrasentido vender viviendas, fruto de normativas muy rígidas, que en ocasiones se reforman inmediatamente nada más comprarse?
Además, ésta no parece una postura muy sostenible.
¿Deberían impulsarse sistemas o modelos de hábitat más flexibles? ¿debería flexibilizarse la normativa en materia de vivienda?
[Fuente: INFORME HABITAR. Dirigido y coordinado por Blanca Lleó. Edita EMVS, Ayuntamiento de Madrid]
Raúl Fernández Contreras